BEAU IS AFRAID



 

Ari Aster nos presenta su última realización: "Beau is afraid" ("Beau tiene miedo" en las carteleras españolas). El pobre Beau tiene miedo, mucho miedo, muchísimo miedo y no nos extraña en absoluto. Beau es hijo de una madre tiránica, dominante, con ideas muy claras aunque sobreprotectora y claro, el hijo sale pusilánime, indeciso, carente de compromiso y propenso a sentir terror. La trama nos describe al bueno de Beau que vive en un barrio distópico, envuelto en vandalismo, robos, asesinatos (de hecho corre un asesino en serie desnudo desde hace tiempo), drogadicción, en fin, lo mejorcito de cada casa. En un momento dado debe desplazarse a casa de su madre, pues celebran el aniversario de la muerte del padre de Beau, pero diversas y surrealistas circunstancias hacen que pierda su vuelo. Pero no es eso lo peor, sino que debe tomar su medicina con abundante agua, de la que no dispone en casa, cosa que le obliga a salir a la calle aterrado en busca del líquido elemento, que consigue ingerir, pero lo que no consigue es evitar un atropello que le deja inconsciente durante dos días. 

Aquí se puede decir que se inicia una lisérgica experiencia, un viaje iniciático para Beau, pero sobre todo para el espectador, porque se desencadenan una serie de coloridas, surrealistas y, en ocasiones, inexplicables situaciones, que hacen que el visionado de la película se transforme en una dependencia, como una droga que no puedes dejar, a lo que ayuda notablemente el hecho de que el protagonista, interpretado por un siempre excelente Joaquin Phoenix, es capaz de transmitir una tensión, congoja, vértigo e intranquilidad, como pocas películas han sido capaces.

Debemos decir que entramos a la sala sin demasiadas expectativas, ya que nunca nos ha colado la etiqueta alegremente impuesta a Ari Aster de "director de culto", con tan sólo dos películas a su espalda: "Hereditary" y "Midsommar". La primera, ciertamente inquietante como muchas y la segunda con muy mal rollo, como muchas. No vimos nada nuevo en estas 2 películas y no entendemos el porqué de la etiqueta, seguramente porque estamos huérfanos de líderes cinematográficos, pero en esta sí, en esta, su tercera película, hemos visto una obra que transmite fuertes sensaciones que te clavan en la butaca, pese a las casi 3 horas de duración, perdiendo absolutamente la noción del tiempo.

El apartado visual también nos ha parecido muy adecuado en los distintos pasajes de la trama, llegando a utilizar animación en algunos de ellos.

Con un final que admite variadísimas explicaciones, no podemos sino desear que Ari Aster continúe realizando en la misma línea, porque es esta línea, y no la de las dos anteriores películas, la que le puede dar identidad propia a su obra y quizás, obtener merecidamente la ansiada y "culta" etiqueta.

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