DUNE: PARTE 2


 Y por fin hemos podido disfrutar de la esperadísima parte 2 de "Dune", dirigida como no por Denis Villeneuve, y decimos disfrutar porque aunque la película fuese muda y sin subtítulos, tan sólo por la espectacularidad y el poder de la imagen y la envolvente música de Hans Zimmer, vale la pena invertir los 166 minutos de duración sentado en la butaca del cine.

En la nueva entrega, Paul Atreides, interpretado por un melifluo e inexpresivo Timothée Chalamet (nos vais a tener que disculpar, pero es nuestra opinión, el físico de Chalamet no induce a pensar en un líder heroico y fuerte, aunque sí integra un cierto aire profético y reflexivo, eso sí) huye con su madre Jessica, interpretada por Rebecca Ferguson, tras la destrucción que los malvados Harkonnen han perpetrado sobre la casa Atreides, la más importante del planeta Arrakis, siendo acogidos por la tribu de los Fremen, con el recelo de todos excepto por Stigar, importante guerrero de la tribu interpretado por Javier Bardem, que acoge al joven Paul bajo su protección, convencido de que se trata del Mesías que les ha de conducir a la victoria final sobre los Harkonnen, devolviendo la paz y la riqueza al planeta. 

Bajo esta premisa, se desarrolla una historia de venganza, a través de una película llena de acción, épica, poderosa espectacularidad y ritmo (las carreras con los gusanos son un auténtico deleite, entre otros momentos) que hacen que en todo momento debas estar pendiente de la pantalla, sin mirar el reloj pese al abultado metraje. 

El ritmo se mantiene constante, excepto en las románticas escenas (pocas afortunadamente) con Chani, la feroz guerrera interpretada por Zendaya, que queda instantáneamente enamorada del joven Paul siendo mutuo el afecto.

Resulta evidente una tercera parte, por lo abierto que queda el final de la segunda y porque así lo ha dejado entrever Villeneuve, así que esperaremos unos años para continuar disfrutando de la saga ideada por el escritor norteamericano Frank Herbert hace ya casi 60 años.

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