Otra de las esperadísimas películas de terror en este 2025: "Final destination: bloodlines" ("Destino final: Lazos de sangre" en nuestro país). Dirigida a cuatro manos por Zach Lipovsky y Adam B. Stein, que ya habían trabajado juntos en alguna película y alguna serie, nos presentan la sexta entrega de la saga, estrenada hace tres semanas, que cumple perfectamente con su propósito: brindarnos una orgía de muertes a cual más tremebunda.
A los seguidores de la saga poca cosa hay que explicarles y a los que no son seguidores, recomendarles fielmente que procedan a ver las entregas anteriores porque son divertidísimas, catastróficas, crueles y salvajemente sangrientas.
En esta ocasión, nos explican la historia de una joven estudiante que, acosada por unas tremendas y premonitorias pesadillas, va en busca de su abuela tras muchos años de distanciamiento, para dilucidar la forma de evitar el cruel destino de su familia y escapar así de una muerte anunciada.
Iniciada en el año 2000 bajo la acertada dirección de James Wong, responsable también de la tercera entrega, se han ido repitiendo las sucesivas películas de la saga manteniendo el festival gore de sangre y truculencia, con un acertado toque de humor negro, que se repite en la sexta entrega.
Comentar, a modo de homenaje, la aparición de Tony Todd (el inolvidable "Candyman") ya gravemente enfermo, improvisando un canto al disfrute de cada momento de la vida dado que no sabemos cuanto va a durar.
En resumen, francamente recomendable y sumamente disfrutable.
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